jueves, 7 de febrero de 2013


Es innegable el esfuerzo realizado en estos últimos años en el ámbito educativo por generalizar el uso de las TIC por parte de todo el alumnado. Desde el curso 2007-2008, todos los alumnos y alumnas han tenido, a partir de los 11 años, acceso a ultraportátil; la dotación básica de los centros TIC ha ido modificándose: las clásicas aulas TIC se han complementado con los armarios móviles de portátiles que permiten el acceso a la red en cualquier espacio. Prácticamente todos los centros disponen de red inalámbrica y, en la mayor parte de los casos, con un ancho de banda suficiente. Las restricciones ligadas a la actual situación han modificado esta política. Nuestro alumnado no recibirá en 5º de Primaria, un ordenador para uso individual como hasta ahora. Esta situación no debe suponer un problema de difícil solución. Si la situación de mi centro (con un índice socioeconómico y cultural de grado medio) se puede extrapolar a la mayoría, el 70% del alumnado dispone de un móvil "inteligente" o una tablet con conexión a internet. Creo que la razón principal por la que no se ha generalizado el uso de dispositivos móviles en el aula es que muchos de los profesionales de la educación creen que son un "factor de distracción" para el trabajo que desarrollan en la misma. Los reglamentos de los centros recogen esta idean y restringen e incluso penalizan el uso de estos dispositivos en el entorno escolar. El alumnado lo percibe, de modo que diferencian claramente el uso rentable que hacen de sus dispositivos en su vida diaria del que pueden hacer en los centros.
Ya hay multitud de iniciativas que demuestran que podemos lograr en el ámbito educativo lo que ya está extensamente instalado el ámbito laboral y el ocio doméstico. Basándonos en ellos, podemos organizar nuestras aulas de modo que todo el alumnado utilice su propio dispositivo para aprender, en colaboración con el profesorado y el resto de compañeros y compañeras: actividades de investigación, ejercicios prácticos, grabación de vídeos, diseño y presentación de proyectos que luego publican en sus blogs, accesibles a su familia.

Cuando hablamos de “nativos digitales” no tenemos en cuenta las implicaciones de esta expresión. Tendremos que intentar educar a los niños y niñas igual que en la vida real, haciendo hincapié en el buen uso, diferenciando los momentos de estudio y de ocio, modificando el concepto de “elemento de distracción” por el de “herramienta de aprendizaje”.

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